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En los dos artículos anteriores hemos expuesto escuetamente algunas ideas de Paul Anthony Samuelson sobre pobreza y desigualdad, estanflación, control de precios, etc. Este economista es sin dudas un referente de aquellos que se precian como neo-keynesianos. No podríamos concebir al keynesianismo sin el aporte de Samuelson. Siempre es bueno tratar de comprender el pensamiento de “fondo” de un autor de esta talla.
Un tema que no abordamos previamente
fue el de la innovación. Recientemente en nuestro país, hemos asistido a
situaciones en donde hay mucha resistencia al cambio; todo lo que "venga a
romper" con el statu quo es visto como potencialmente peligroso y por lo
tanto, desestimado o desistido. En este artículo quisiera compartir algunos
conceptos del profesor Samuelson sobre esta cuestión y además, pasar revista a
algunas ideas de la visión que tenía este Nobel de Economía sobre Argentina.
Samuelson, la economía de mercado y la innovación para el desarrollo
En una entrevista concedida a la
Enciclopedia Práctica de Economía, y publicada en 1983, se le pregunta si los
problemas que se evidencian en los años precedentes ponen de manifiesto que la
economía libre de mercado no tiene ya razón de ser. A esta consulta, Samuelson
responde “el mecanismo de mercado es un
método eficaz del que no se puede prescindir. Aunque no esté demostrado que sea
el único mecanismo existente ni que dependamos completamente de él, creo que,
tras la mencionada experiencia vivida, cada vez se afianza más la creencia
(considerada desde un punto de vista científico y no ideológico) de que es
sumamente importante que los precios se fijen según las reglas del mercado.”
En otra ocasión se le pregunta si
una buena proporción de los inconvenientes en los países subdesarrollados
surgen de intentar un crecimiento económico que está muy por arriba de las
reales posibilidades de aquellas naciones. A esto responde efectivamente, que
pueden estar en relación directa con los programas políticos “demasiado
ambiciosos”, mas no siempre es necesariamente así.
Ante el reto de las “nuevas
tecnologías”, Samuelson sostenía citando a su antiguo profesor Joseph Schumpeter,
que un proceso de destrucción creativa hace dejar de lado algunos métodos obsoletos
y los reemplaza por nuevos, en beneficio de toda la población. Y advierte que
si una sociedad deja que los grupos cuyos intereses resultan dañados por el
desarrollo se opongan a la innovación, entonces el estancamiento estará
decretado como sentencia segura; siendo entonces, muy conveniente, habilitar un
proceso que propicie los cambios.
Acerca del estado de bienestar,
Samuelson postulaba que el bienestar económico general depende en gran medida
del mercado, mas admite la necesidad de la intervención del Estado como árbitro
garante de un proceso “más humano”. Los objetivos de desarrollo, decía
Samuelson, “sólo pueden alcanzarse en
sociedades disciplinadas y con cierto grado de consenso y no en aquellas
caracterizadas por la lucha de clases y el odio entre pobres y ricos.”
Paul A. Samuelson y la ECONOMÍA ARGENTINA
El profesor Samuelson, keynesiano
de pura ley, miraba con absorto la realidad de la economía argentina allá en la
década del ’70. Ya en aquella época se mostraba estupefacto por la decadencia
de nuestra economía. ¡Y pensar que aún le faltaba ver la década perdida y otros
momentos aún más complicados! En fin… A continuación, expongo textualmente su
pensamiento extraído de un artículo publicado en setiembre de 1971:
"Si se desmorona el sistema
equilibrado mediante el cual Suecia logró generar un rápido progreso técnico en
una estructura de redistribución social, ¿qué abismo puede abrirse? La sombra
en el muro para todos nosotros, me temo, no es la revolución totalitaria de un
Lenin o un Mao. Tampoco un retroceso hacia el laissez faire de la reina
Victoria o del presidente Coolidge. Me
atrevo a decir que Argentina constituye la pauta que ningún hombre moderno
puede contemplar sin persignarse y decir: ‘Dios no lo quiera...’".
En marzo de 1972, Samuelson
escribía:
“Aunque no soy especialista en América
latina, no puedo rechazar la idea de que el crecimiento lento de Argentina o
Uruguay (que llegó a llamarse la "Suiza" de América del Sur) o del
Chile anterior a Allende se relacionase con el hecho de que estas sociedades no
son ni carne ni pescado. Plantean a la industria unas exigencias sociales que
ésta no puede satisfacer en la práctica. La antipatía hacia las empresas y la
forma burguesa de vida ha obstaculizado el rendimiento. Es absurdo seguir acusando
al dictador Perón de un estancamiento de la economía argentina que ha
persistido décadas después de que él perdiese el poder. Pero no es absurdo
deducir que los imperativos populistas de los que Perón se sirvió tan
habilidosamente aparezcan como decisivos en la explicación del milagro del
estancamiento argentino. Hay una frase atribuida a Lenin que viene a decir que
arruinaremos el sistema capitalista corrompiendo su moneda.
En 1945, ningún economista competente
podría haber predicho que países como Argentina o Chile no fuesen a crecer y
desarrollarse poderosamente en el siguiente cuarto de siglo. Con climas
templados, se hallaban en el punto de despegue del progreso rápido. Sin
embargo, aun antes de introducir las correcciones necesarias para su creciente
población, su tasa de crecimiento del producto nacional bruto era casi
desdeñable. ¿Cómo se logró ese milagro? Ya ha pasado el momento de seguir
acusando a Perón del estancamiento argentino. Uruguay, que fue en tiempos la
Suiza de América latina, no tuvo ningún dictador. Sin embargo, consiguió eludir
el crecimiento económico.
¿Por qué? Sospecho que la respuesta ha de
buscarse en la democracia populista. "
En este artículo he querido
recoger escuetamente la visión de Samuelson sobre el problema de la innovación,
la cuestión sobre el sistema capitalista y sus opiniones sobre la economía
Argentina. En próximos artículos seguiremos conociendo un poco más sobre los
“Clásicos de la Economía”.
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