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En este artículo citaremos algunos postulados del profesor Paul Samuelson sobre temas de gran relevancia en el mundo económico. En una serie de artículos publicados durante la década del 70, Samuelson manifestaba su interés en diversos tópicos, a saber: pobreza y desigualdad, estanflación, control de precios, control gubernamental sobre el mercado de divisas, economía del medioambiente, entre otros. Basándome en el hermoso libro “Economía desde el Corazón” de la Editorial Hyspamérica de 1981, voy a recoger a continuación lo que este nobel de economía pensaba sobre los temas citados precedentemente.
Pobreza y desigualdad
Samuelson mostró sintonía con
algunos postulados hechos por el entonces director del Banco Mundial, Robert McNamara.
Sostenía que el Banco Mundial había estimulado con éxito el incremento del PBI
de algunas naciones pobres, instando a la utilización de incentivos de mercado
y de algunos criterios basados en medidas de rentabilidad. Samuelson reconocía,
asimismo, que el señor McNamara tenía una “lúcicda visión del problema” y que
estaba convencido de que las fuerzas del mercado no podían por sí solas mitigar
“la desigualdad flagrante y la pobreza abyecta”. El profesor Samuelson mostraba
sensibilidad ante estos problemas y se reconocía a sí mismo como parte del
grupo de economistas que abogaba por la mejora en la calidad de vida y que
siempre era deseable aspirar a una reducción sostenida de la desigualdad y a
ampliar la igualdad de oportunidades. Sabía que no se trataba de una tarea
fácil; por ejemplo, no podría lograrse demasiado persuadiendo al Congreso para
que elevara el salario mínimo a expensas del rendimiento del capital. Eso
podría significar una mejora efímera pero quizás perjudicial a la larga, si
los incentivos no eran los apropiados.
Cuando se refería a temas de
igualdad de oportunidades, Samuelson tenía muy en claro que el mérito no lo era
todo cuando una sociedad no trata a todos por igual. Por ejemplo, llegó a
escribir lo siguiente en uno de sus artículos: "Estar
en la pobreza es ser viejo. Ser negro. No haber recibido instrucción. Ser mujer
y cabeza de familia. Los cambios en la composición de la unidad familiar
resultan ser factores cruciales. (…) Dice la Biblia que nadie puede aumentar su
talla en un cúbito por pensar en ello. Tampoco puede usted hacerse blanco,
joven, varón y económicamente acomodado siguiendo un curso de Dale Carnegie de
auto-perfeccionamiento o decidiendo ser enérgico y ahorrador.”
Como lúcido economista, abogaba
por la generación de incentivos que ayudasen a la igualdad de oportunidades,
pero asimismo instaba a evitar el mal uso de estos beneficios ya que la limosna
(o plan asistencialista) conllevaba distintos riesgos.
Sin embargo, él no restaba
importancia al mérito de las personas, ya que celebraba el gran progreso de los
individuos y sus familias en la Alemania occidental y en el Japón de la postguerra,
expresando con claridad que todos los progresos de los campesinos y
trabajadores provenían de su tenacidad y decisión, pero todo esto era posible
en un país que trabajaba sobre la base de la PREVISIÓN y de crecimientos sostenidos
de más del 10%.
Estanflación
En el tema de estanflación, y en
general sobre la confección de política económica, Samuelson sabía muy bien lo
difícil que es caminar en la cuerda floja. A veces, para lograr objetivos de
crecimiento y baja inflación debían adoptarse posiciones intermedias en la
aplicación de recetas que combinaran distintas dosis de política, procurando una
compleja solución de compromiso. En relación al grave problema de la
estanflación, decía textualmente en un artículo de 1973:
"Ha
de rechazarse el consejo de que lo que necesita en el país para quebrarle la
espalda a la inflación es una recesión salutífera. (…) Los controles de precios
no pueden hacer desaparecer la escasez de carne o combustible. Pero desechar el
programa de control es un remedio que puede traer consigo una reactivación desastrosa
de la hoy calmada espiral salarial. Vivimos en tiempos de histeria. Pero lo que
hace falta en la esfera económica es tomar decisiones serenas que no pretendan
acabar con todos los problemas de la noche a la mañana."
En 1974, a propósito de algunos
consejos que Samuelson se atrevía a dar al nuevo presidente, le sugería que siempre
sustituyera la ideología por análisis de costos y beneficios. Más adelante, en
un artículo publicado en 1980, sostenía:
“Yo, por
mi parte, lo que temo es la estanflación. No veo indicios de que estemos
volviendo a la estabilidad de precios. La preocupación por la recesión se
convertirá demasiado pronto en preocupación por la recuperación. Pero ¿Quién
prometió alguna vez al economista político que la vida sería un lecho de rosas?”
(…) "Si
el próximo presidente decide combatir la inflación mediante un programa
resuelto de austeridad fiscal y monetaria, la recesión será profunda y
prolongada. (…) Ojalá hubiese una nueva ‘economía del lado de la oferta’ en que
se pudiese confiar para controlar la estanflación. Pero no la hay. Debería
informar de que existe una nueva escuela, la ‘escuela de las expectativas
racionales’. Sus miembros son optimistas y creen que la inflación se puede
eliminar con poco esfuerzo si el gobierno es capaz de convencer al público de
que está decidido a eliminarla. Pero ni la historia ni la razón nos tientan a
apostar por ellos."
Es interesante notar en el
párrafo anterior que el profesor Samuelson estaba anunciando la llegada de una
nueva escuela, la de la Reserva Federal de Mineápolis, que era muy incipiente y
que consistía en que un gobierno puede eliminar la inflación sin demasiados
costos en términos de crecimiento, siempre y cuando se aplicara una política
creíble por el público en general.
El tema del control de precios
El profesor Samuelson manifiesta
claramente una visión un poco más heterodoxa de las causas de la inflación, ya
que por ejemplo, en la década de los ´70 admitía que el crecimiento en el nivel
general de precios podía provenir en su génesis del incremento en el precio de
las materias primas. Decía textualmente:
“Yo estoy
de acuerdo en que la inflación no es ninguna broma. Pero también sé que las
subidas de los precios del petróleo y la energía en general, y de los precios
de los alimentos y de las materias primas, no son el resultado de una política
monetaria y fiscal poco rigurosa.”
Pero es interesante advertir los
límites del control de precios. Esto decía en marzo de 1980: “(…) Existe una amplia experiencia con los controles
directos de precios y salarios en muchos países y a lo largo de cuatro décadas.
Se reduce a lo siguiente: Los controles funcionan bien un año. Después, los
controles obligatorios se hacen cada vez más ineficaces, menos efectivos y
menos justos."
Medioambiente y opinión pública
En sus numerosos artículos
publicados profusamente en la década del ´70, Samuelson ya admitía que la
preocupación del medioambiente era totalmente legítima. Pero confiaba en los
mecanismos del mercado y en la toma de decisiones por parte de las empresas.
Decía que cualquier imposición para que las empresas eficientizaran sus
procesos productivos, estaba lejos de ser una carga o un peso adicional para
las industrias, y que podrían convertirse en realidad en oportunidades y en
nuevos beneficios; y citaba el ejemplo de los fabricantes de sistemas de
filtrados, de catalizadores y otros dispositivos que ayudarían a atenuar los
impactos en el medio ambiente. También expresó que el peso de la opinión
pública podía acelerar la toma de decisiones en las empresas por el solo hecho
de salvaguardar su propia continuidad.
La importancia de la cooperación y el tema de la inmigración
En julio de 1978, Samuelson
abordaba un tema muy sensible referido a la importancia de la cooperación y del
tema de los inmigrantes. En aquellos años, el debate de la inmigración y su
efecto en la economía era muy álgido (como lo sigue siendo). Este gran
economista advertía sobre la conocida falacia de “masa de trabajo” y lo
importante y necesario que es la cooperación en una economía. Expresaba que una
economía no es juego de suma cero; y contrario a lo que muchos opinaban sobre
la llegada de inmigrantes para unirse a la fuerza de trabajo, él decía que en
realidad estas personas no le quitaban su porción a los trabajadores ya
existentes, sino más bien que la misma torta podía ampliarse dando cabida a más
personas, más salarios y más ingresos. Con esto denunciaba la llamada falacia
de la “masa de trabajo”. Decía textualmente:
“Ni
siquiera es cierto que los intereses de trabajadores, terratenientes y
propietarios de los bienes de capital se hallen en oposición aritmética. No
existe un tamaño fijo de pastel social, de modo que cuanto más vaya a
beneficios y alquileres menos quedará disponible para salarios. Por el
contrario, el total del producto nacional se logra por la cooperación de los
factores de producción: recursos naturales originales, bienes de capital
producidos y dotes humanas modificadas por la formación profesional y la instrucción."
Hasta aquí, estimado lector he querido resumir algunos conceptos muy interesantes del profesor Samuelson que nos ayudan a comprender la visión de este economista keynesiano. A veces, escuchamos hablar a algunos economistas que se dicen a sí mismos “keynesianos” pero en sus conceptos no se recogen los análisis de costos y beneficios, ni las limitaciones que cada política tiene en un momento y en un horizonte temporal, y a veces se ignoran los desincentivos que vienen asociados con alguna política distributiva. Tomando las mismas palabras de Samuelson, diríamos que es necesario “sustituir la ideología por el análisis de costos y beneficios”. En el próximo artículo, expondremos el pensamiento de Samuelson sobre la ECONOMÍA ARGENTINA.
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