miércoles, 17 de febrero de 2021

Clásicos de la Economía 03 - Samuelson y su visión sobre la ARGENTINA

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En los dos artículos anteriores hemos expuesto escuetamente algunas ideas de Paul Anthony Samuelson sobre pobreza y desigualdad, estanflación, control de precios, etc. Este economista es sin dudas un referente de aquellos que se precian como neo-keynesianos. No podríamos concebir al keynesianismo sin el aporte de Samuelson. Siempre es bueno tratar de comprender el pensamiento de “fondo” de un autor de esta talla.

Un tema que no abordamos previamente fue el de la innovación. Recientemente en nuestro país, hemos asistido a situaciones en donde hay mucha resistencia al cambio; todo lo que "venga a romper" con el statu quo es visto como potencialmente peligroso y por lo tanto, desestimado o desistido. En este artículo quisiera compartir algunos conceptos del profesor Samuelson sobre esta cuestión y además, pasar revista a algunas ideas de la visión que tenía este Nobel de Economía sobre Argentina.

Samuelson, la economía de mercado y la innovación para el desarrollo

En una entrevista concedida a la Enciclopedia Práctica de Economía, y publicada en 1983, se le pregunta si los problemas que se evidencian en los años precedentes ponen de manifiesto que la economía libre de mercado no tiene ya razón de ser. A esta consulta, Samuelson responde “el mecanismo de mercado es un método eficaz del que no se puede prescindir. Aunque no esté demostrado que sea el único mecanismo existente ni que dependamos completamente de él, creo que, tras la mencionada experiencia vivida, cada vez se afianza más la creencia (considerada desde un punto de vista científico y no ideológico) de que es sumamente importante que los precios se fijen según las reglas del mercado.

En otra ocasión se le pregunta si una buena proporción de los inconvenientes en los países subdesarrollados surgen de intentar un crecimiento económico que está muy por arriba de las reales posibilidades de aquellas naciones. A esto responde efectivamente, que pueden estar en relación directa con los programas políticos “demasiado ambiciosos”, mas no siempre es necesariamente así.

Ante el reto de las “nuevas tecnologías”, Samuelson sostenía citando a su antiguo profesor Joseph Schumpeter, que un proceso de destrucción creativa hace dejar de lado algunos métodos obsoletos y los reemplaza por nuevos, en beneficio de toda la población. Y advierte que si una sociedad deja que los grupos cuyos intereses resultan dañados por el desarrollo se opongan a la innovación, entonces el estancamiento estará decretado como sentencia segura; siendo entonces, muy conveniente, habilitar un proceso que propicie los cambios.

Acerca del estado de bienestar, Samuelson postulaba que el bienestar económico general depende en gran medida del mercado, mas admite la necesidad de la intervención del Estado como árbitro garante de un proceso “más humano”. Los objetivos de desarrollo, decía Samuelson, “sólo pueden alcanzarse en sociedades disciplinadas y con cierto grado de consenso y no en aquellas caracterizadas por la lucha de clases y el odio entre pobres y ricos.”

Paul A. Samuelson y la ECONOMÍA ARGENTINA

El profesor Samuelson, keynesiano de pura ley, miraba con absorto la realidad de la economía argentina allá en la década del ’70. Ya en aquella época se mostraba estupefacto por la decadencia de nuestra economía. ¡Y pensar que aún le faltaba ver la década perdida y otros momentos aún más complicados! En fin… A continuación, expongo textualmente su pensamiento extraído de un artículo publicado en setiembre de 1971:

"Si se desmorona el sistema equilibrado mediante el cual Suecia logró generar un rápido progreso técnico en una estructura de redistribución social, ¿qué abismo puede abrirse? La sombra en el muro para todos nosotros, me temo, no es la revolución totalitaria de un Lenin o un Mao. Tampoco un retroceso hacia el laissez faire de la reina Victoria o del presidente Coolidge. Me atrevo a decir que Argentina constituye la pauta que ningún hombre moderno puede contemplar sin persignarse y decir: ‘Dios no lo quiera...’".

En marzo de 1972, Samuelson escribía:

“Aunque no soy especialista en América latina, no puedo rechazar la idea de que el crecimiento lento de Argentina o Uruguay (que llegó a llamarse la "Suiza" de América del Sur) o del Chile anterior a Allende se relacionase con el hecho de que estas sociedades no son ni carne ni pescado. Plantean a la industria unas exigencias sociales que ésta no puede satisfacer en la práctica. La antipatía hacia las empresas y la forma burguesa de vida ha obstaculizado el rendimiento. Es absurdo seguir acusando al dictador Perón de un estancamiento de la economía argentina que ha persistido décadas después de que él perdiese el poder. Pero no es absurdo deducir que los imperativos populistas de los que Perón se sirvió tan habilidosamente aparezcan como decisivos en la explicación del milagro del estancamiento argentino. Hay una frase atribuida a Lenin que viene a decir que arruinaremos el sistema capitalista corrompiendo su moneda.

En 1945, ningún economista competente podría haber predicho que países como Argentina o Chile no fuesen a crecer y desarrollarse poderosamente en el siguiente cuarto de siglo. Con climas templados, se hallaban en el punto de despegue del progreso rápido. Sin embargo, aun antes de introducir las correcciones necesarias para su creciente población, su tasa de crecimiento del producto nacional bruto era casi desdeñable. ¿Cómo se logró ese milagro? Ya ha pasado el momento de seguir acusando a Perón del estancamiento argentino. Uruguay, que fue en tiempos la Suiza de América latina, no tuvo ningún dictador. Sin embargo, consiguió eludir el crecimiento económico.

¿Por qué? Sospecho que la respuesta ha de buscarse en la democracia populista. "

En este artículo he querido recoger escuetamente la visión de Samuelson sobre el problema de la innovación, la cuestión sobre el sistema capitalista y sus opiniones sobre la economía Argentina. En próximos artículos seguiremos conociendo un poco más sobre los “Clásicos de la Economía”.


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